Empiezo el mes de junio retomando el blog con un post triste. El motivo de mi ausencia de las últimas semanas ha sido la pérdida de una persona muy querida y especial, mi yaya Angelita. Ha sido muy triste no poder acompañarla durante los últimos meses a causa del confinamiento, pero por lo menos pude ir a despedirme. Aunque quiero pensar que no fue un adiós definitivo, porque estoy segura de que ella seguirá siempre viva en mi corazón.
Para aliviar un poco el dolor y la tristeza que me invaden intento no pensar en el final y centrarme en todo el camino que he vivido con ella, porque he tenido una gran suerte de tenerla y de disfrutarla durante todos estos años. También me consuela pensar que ha estado muy bien cuidada hasta el final, que no ha sufrido y que ha podido estar en casa sin necesidad de ingreso durante todo este tiempo de pandemia.
Hemos compartido tantos momentos, me ha enseñado tantas cosas, me ha dado tantos consejos, me ha transmitido tantos valores, nos hemos querido tanto… No puedo estar más agradecida de haber tenido una abuela como ella. Han sido casi 88 años de amor y de entrega hacia los suyos.
Si algún día llego a ser abuela, quiero ser como tú y que me quieran como yo te he querido.
TE QUISE, TE QUIERO Y TE QUERRÉ SIEMPRE YAYA